Construyendo entornos para todos
Espacios pensados para la movilidad, la
sostenibilidad y la intergeneracionalidad son solo algunas de las propuestas
para adaptar y concebir las nuevas comunidades que garanticen el bienestar y la
convivencia de los ciudadanos
Revista Entre Mayores M.S. / EM 07-06-2021
Hace unos meses leía un artículo escrito por Adela Cortina, catedrática de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, en el que citaba a otra autora, la socióloga Elisa Chuliá, al afirmar que “el mundo no está envejeciendo, sino rejuveneciendo. Lo que ha aumentado es la población longeva, la esperanza de vida ha crecido prodigiosamente y, además, una vida en buen estado, lo cual es una excelente noticia”.
UNA APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DE
AMIGABILIDAD
La experta en planificación
gerontológica Mayte Sancho –actualmente colaboradora de Matia
Fundazioa– es una de esas personas cuya opinión es clave cuando se habla de
amigabilidad con los mayores, pues fue una de las primeras profesionales que
implementó en España el Proyecto Ciudades y Comunidades Amigables con las
Personas Mayores de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
A ello se refiere también la psicogerontóloga ambiental y directora de I+D+i de Idea Innovación, Pilar Suárez, que destaca que “gracias al análisis de las demandas, sabemos que debemos centrarnos en ciudades por supuesto accesibles basadas en los principios de diseño universal, que favorezcan la participación social, la movilidad, presencia de espacios intergeneracionales, facilidad de acceso a todos los recursos públicos de índole social y sanitario, y por supuesto, mejora de la accesibilidad en las viviendas de personas mayores, que en España, la mayoría de dichas viviendas, no cumplen los criterios de accesibilidad”.
ESPACIOS PARA VIVIR
En el camino hacia alcanzar esas
ciudades amigables con los senior juega un papel decisivo la
arquitectura: “Es una herramienta más para ayudar a las personas a realizar su
proyecto de vida”, apunta Isern. “Están surgiendo distintas formas de vivir
el envejecimiento, esta es la clave para que cada uno pueda elegir la manera
que más se adapte a su personalidad, ya sea envejecer en casa, viviendas
tuteladas, cohousing, centros de día, residencias… Sea cual sea la
propuesta de edificio, se tienen que tener en cuenta espacios en los que las
personas puedan tener intimidad y privacidad, pero también promover espacios
donde se estimule la interacción social, donde se favorezcan los encuentros y
la socialización”, asegura la arquitecta.
EL RETO DE LA ACCESIBILIDAD
El Consejo Sectorial de
Accesibilidad Universal del Consejo Español para la Defensa de la Discapacidad
y la Dependencia (CEDDD) celebró recientemente su jornada
‘Accesibilidad Cognitiva: Espacios saludables para el adulto mayor’, en la que
los expertos pusieron de manifiesto la necesidad de crear espacios accesibles
tanto a nivel físico como cognitivo, para garantizar los derechos a la
autonomía y la independencia de los senior. Así, desde el CEDDD promueven la
coexistencia de la accesibilidad física –más extendida y estudiada– con la
denominada accesibilidad cognitiva.
LA CONVIVENCIA DE DISTINTAS
GENERACIONES
Aunque hasta el momento hemos
repasado los requisitos que convierten a un entorno –sea de una ciudad o de un
centro– amigable con los mayores, ese ‘todos’ es la llave para abrir una nueva
puerta hacia la recopilación de esos cimientos que deben atender los entornos
del presente: el valor de las relaciones intergeneracionales.
Decía hace unos años el director de la Cátedra Macrosad de Estudios Intergeneracionales de la Universidad de Granada, Mariano Sánchez, que “para que una sociedad exista, se necesita una conexión entre las sucesivas generaciones”. En su entrevista con este periódico, profundizando en esta declaración suya, Sánchez explica que “una sociedad no es mejor porque proteja de igual modo a unas personas que a otras, sino porque es capaz de atender a cada persona según sus necesidades y capacidades específicas. De hecho, cuestiono que exista realmente algo que se pueda denominar ‘los mayores’; lo único que hay son ‘personas’ que, es cierto, se encuentran en distintos momentos de su trayectoria vital y que está conectadas con ancestros, con personas coetáneas y con quienes han de venir”.
Que las relaciones intergeneracionales existen es un hecho, como expresa Sánchez a entremayores, pero donde se debería poner el foco es en cómo favorecerlas: “De lo que estamos hablando aquí es de promover intencionadamente esas relaciones, de facilitar que se produzcan. Aquí sí podemos hablar de oportunidad para coser tanto tejido social roto y rasgado como tenemos; la singularidad es que el trabajo intergeneracional cose en el tiempo, entre tiempos”.
En lo que respecta a la apuesta real en España por este tipo de iniciativas, el director de la cátedra se muestra contundente: “No puedo afirmar que España esté apostando por nada en este ámbito. De lo que sí soy testigo en mi trabajo diario es de la existencia de muchas iniciativas emprendidas por una diversidad enorme de actores –por ejemplo, Macrosad, la sociedad cooperativa andaluza con la que colaboro estrechamente– que están real y honestamente convencidos de la importancia de conectar generaciones y, lo que es mejor, están llevando a la práctica todo aquello que pueda favorecer tal conexión”.
Recientemente –el 29 de abril–, con motivo del Día Europeo de la Solidaridad y la Cooperación entre Generaciones, un grupo de personas y entidades aglutinadas en la entidad +Intergeneracionalidad han alzado la voz a favor de “considerar el paradigma intergeneracional como eje principal para plantear y diseñar los horizontes de un nuevo modelo social”.
En su manifiesto, los promotores de este movimiento expresan que la sociedad ya está demandando cambios sustanciales en el modo de plantear los servicios de atención y cuidado de las personas mayores, y que momentos de crisis como la actual derivada de la Covid “son especialmente propicios para despertar la sensibilidad hacia aquellos que han sufrido más duramente sus efectos”. Desde +Intergeneracionalidad afirman que más allá del tipo o calidad de los servicios, es un momento para “revisar el propio modelo de convivencia, el diseño de la prestación de los servicios por parte de las Administraciones y la definición de los espacios públicos y de interacción social”. Es decir, abogan por un nuevo modo de enfocar las comunidades desde el paradigma intergeneracional, para alcanzar una sociedad centrada en las personas.
Sánchez concluye señalando que “debemos plantearnos que nuestros entornos sean amigables con las personas, con todas las personas. Y a continuación, en cuanto al método para lograr ese fin, podemos trata de ver cuáles pueden ser las dimensiones propias de una vida feliz que habría que atender en ese tipo de entornos. Me parece un error de método arrancar con el concepto de amigabilidad ‘con las personas mayores’ –o centrarnos solo en él– porque corremos el riesgo de seguir separando a esas personas del resto. Habría que fomentar espacios y lugares donde hacer amigos y amigas de todo tipo, de todas las edades, de todos los géneros, de todas las etnias, de todas las capacidades, fuese algo natural, fácil y prioritario”. En definitiva, como él bien dice, apostar por entornos para todos.
DEL QUÉ AL CÓMO: PASOS A SEGUIR
Todos los expertos consultados para
este reportaje ahondan, desde sus distintas perspectivas profesionales, en que
es un momento decisivo para impulsar las denominadas comunidades cuidadoras. Lo
expresaba en su última entrevista a este periódico, el presidente de la
Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), José Augusto Navarro, que
aseguraba que “las personas necesitan tanto ser cuidados como ser curados”.
En este sentido, Mayte Sancho expresa que “es hora de que las Administraciones promuevan la innovación desde la participación ciudadana, sobre todo ahora. Es un buen momento para que surjan iniciativas creativas que pueden integrar en un concepto mas amplio, que es posible que crezca y se convierta en paradigma: es el de las sociedades de los cuidados, que garantizan la sostenibilidad de la vida y en los que las personas muy mayores son protagonistas. También lo son las personas que envejecen, porque son proveedoras de cuidados muy importantes. Es frecuente observar cómo las mujeres, especialmente, envejecemos cuidando a los mas mayores en la familia, mientras seguimos transfiriendo apoyos a hijos y nietos, hasta que nosotras mismas empezamos a necesitar ayuda y nos toca situarnos al otro lado de este binomio. Paradoja”.
Para alcanzar este reto, la tendencia es, como expone Laia Isern, “redefinir las ciudades con un concepto clave que mejore la calidad de vida de los ciudadanos: hiperproximidad. Una configuración urbana que limite el impacto ambiental de la vida en la ciudad al reducir significativamente los viajes intensivos en carbono, en los que los residentes pueden satisfacer sus necesidades básicas cerca de casa y que, gracias a su calidad de vida, fomente su bienestar y apego a su zona de residencia”.
Incidir en la creación de espacios
de participación social en los que poder reunir a todos los ciudadanos y que
formen parte de la construcción del entorno es el punto común de los
profesionales del sector. Para ello, declara Pilar Suárez, es deseable fomentar “la facilidad
de acceso a la interacción, la creación de redes de apoyo informal y el
seguimiento personalizado de la soledad por medio de los servicios de atención
comunitaria”.
Y como colofón a esa visión comunitaria, las Administraciones tienen en su mano la oportunidad de aplicar la perspectiva intergeneracional: “Un primer paso a dar sería mirar alrededor y preguntarse cómo está funcionando las cosas, cómo viven las personas y qué tipo de conexión existe entre ellas, sus deseos, sus necesidades y los sistemas públicos de actuación. En este contexto, el segundo paso podría ser preguntarse si las formas de actuar de una Administración concreta están básicamente dedicadas a conectar e interrelacionar o más bien se siguen abordando las actuaciones de modo fragmentado, en términos de políticas ensiladas en un montón de silos. En tercer lugar, desde luego, esa hipotética Administración de la que hablo podría plantearse abrirle un hueco a la perspectiva de trabajo intergeneracional en sus prácticas, toma de decisión y, sobre todo, en sus actuaciones concretas, esas que verdaderamente tocan las vidas de las personas”.
Fomentar la convivencia de todos los grupos de edad, sacar partido a los avances que brinda la tecnología, situar la accesibilidad en el centro de las acciones y atender las necesidades de cuidado y preferencias de las personas son, como resumen estos profesionales, un excelente punto de partida para empezar a trabajar. Manos a la obra porque, no nos engañemos, aun queda mucha tarea por delante.